Tanatorio Vélez de Benaudalla

Vélez de Benaudalla, Granada, Esapaña
2013

La parcela articula los huertos y cultivos que descienden desde el norte con la masiva urbanización residencial que ocupa una importante superficie al este y sur de la misma. Una adecuada respuesta arquitectónica atenderá tanto a la función específica del uso que se plantea como a resolver la necesaria transición urbana del oclusivo paisaje producido por el conjunto residencial al amable arbolado de los huertos de la ladera norte.

El marcado carácter residencial del entorno, y la peculiar actividad que circunstancialmente supone el uso de un tanatorio, condiciona el tipo de relaciones y el tratamiento que a esta actuación debe darse. Se deben así alcanzar dos acentuados grados de protección e independencia: los que garanticen la serenidad y el recogimiento de los usuarios de este equipamiento; y los que provoquen que esta actividad no se ponga de manifiesto para los vecinos.

El carácter circunstancial del uso debe permitir además que este espacio pueda ser urbanamente rentable, regalando un jardín, un espacio público y unas gratas conexiones peatonales.

Para dar respuesta a estas premisas, se propone una edificación aparentemente muy cerrada, muraria, con accesos protegidos a modo de adarves, con largos recorridos que ayuden a los usuarios a adentrarse en el sentido ceremonial que acoge. Por otra parte toda la intervención se manifiesta como un jardín público, con gradaciones de intimidad. La ordenación de las masas y volúmenes edificados y vegetales permiten la protección e independencia citada, dando a los edificios residenciales vistas a un jardín y filtrando cualquier contacto desde el interior.

El proyecto da respuesta a las cuestiones planteadas a través de una serie de decisiones. Así, la colocación de un potente volumen, una torre a la vez masiva e inmaterial que, dialogando con el torreón del castillo de los Ulloa, señalando así su uso público y protegiendo y acabando la medianera de la edificación residencial colindante, desviando las vistas y garantizando intimidades en ambos sentidos. Este cuerpo señala y enaltece a los protagonistas centrales del rito de despedida que acoge.

Un torreón y unas tapias que no acaban de ocultar el sereno jardín y la plaza  pública que, cotidianamente, se ofrece a los vecinos de vélez.

«la poesía es el idioma de mi duelo», David Grossman, Más allá del tiempo

El tanatorio se estructura como un paseo en un jardín interior. Esta concepción busca generar ámbitos para la preparación del adecuado ánimo requerido para este rito. Con ello se consigue ir haciendo sentir progresivos estados de recogimiento y de intimidad. Planteado como un jardín dentro y fuera de un recinto, articula dos accesos, uno hacia cada calle, de distinta configuración y análogo sentido. Desde el norte, una ceremonial rampa desciende por el interior de una muralla, buscando una lámina de agua , junto a la cual un dintel da paso a la plaza-jardín . En el sur, una calle suavemente escalonada, extramuros en este caso, busca una puerta muraria al gran zaguán del jardín.

Este zaguán ajardinado, en continuidad con la plaza, configura el núcleo de un jardín de transiciones (de lo público a lo privado, de la vida a la muerte) que de oeste a este (en oposición al movimiento del sol) organiza el funcionamiento del tanatorio. Así, en el extremo oeste, tras el agua, fuente de la vida, se planta un bosque o cañaveral, suficiente filtro para las edificaciones que tras él se ubican.

La plataforma uniforme que ocupan la plaza y el zaguán, diferenciadas tan sólo por la protección a la lluvia y al soleamiento de este último, constituyen la necesaria sala exterior, su suelo se pliega al aproximarse a la alberca originando una suerte de banco lineal -hacia el agua, hacia el cañaveral-, dando acogida a una actitud, a un estado de ánimo, necesitado de un ámbito específico en el transcurso de la velación. Este espacio exterior se equipa con un aseo público. Hacia el este, dos cajas de vidrio encapsulan sucesivas plantaciones de bambú, en vidrio transparente la primera, en vidrio translúcido la segunda, añadiendo grados de privacidad a las salas y atenuando el carácter vivo del elemento vegetal. Entre estos dos patios, en un ámbito que aún se siente jardín por la solución dada a la cubierta que filtra la luz a la manera en que lo hace el follaje de un bosque, se sitúan las salas de velación social, separadas entre sí por un elemento de carpintería móvil que hace posible su uso como espacio único cuando utilizándose un sólo túmulo se halla congregado un importante número de personas.

Tras el jardín translúcido se sitúan las salas de velación íntima, que se abren al espacio del túmulo, espacio que recibe una luz cenital natural focalizada. Estas salas están equipadas con las dotaciones necesarias de aseo y almacenamiento de ropa y otros enseres. Así se usa este tanatorio-jardín o este tanatorio que es a su vez un jardín de inspiración hispano-musulmana. La eficacia funcional del servicio prestado se consigue con el establecimiento de otros dos circuitos: el de la parte administrativa y el circuito de los muertos.

La zona de administración, se manifiesta mediante un volumen que avanza hacia la calle sur, ayudando a proteger la vista de la medianera del bloque vecino, colocándose entre dos jardines, uno público, el que acompaña a la rampa de acceso al zaguán y otro en el patio de operaciones del servicio funerario. A la espalda de la torre, en el vacío que queda entre ésta y el vecino bloque de viviendas, se establece el patio de operaciones de los servicios funerarios, accesibles a las calles norte y sur por sendas rampas, al encontrarse este patio, al igual que el resto del tanatorio, a una altura intermedia. Esta doble accesibilidad garantiza una flexibilidad absoluta en la llegada y el traslado de los cadáveres. Desde este patio se accede a los ámbitos de recepción y preparación de cadáveres.