En origen, un tortuoso piso, dentro de un conjunto de los años setenta del siglo anterior, con recientes reformas orientadas a su explotación turística, reformas que incrementaban su ya compleja compartimentación al objeto de obtener más plazas para dormir. Esta intervención acentúa la ausencia de iluminación y ventilación natural de muchos de sus espacios.
Se trata de convertirlo en una vivienda clara, de espacios amplios, limpios y serenos, para una joven madre y sus dos hijos, aún pequeños. La intervención modifica la dimensión y la luz de los espacios, y su concepción del uso, simplificando y transformando el carácter de los espacios distributivos y de los de equipamiento, definidos en su totalidad por el mobiliario y elementos de vidrio.
Desaparecen los pasillos y habitaciones definidas por tabiques, sustituidos aquellos por espacios de distinta dimensión entre muebles y permitiendo una circulación interna entre los dormitorios de los hijos. La ejecución de los baños y aseos con particiones translúcidas evita la existencia de espacios sin iluminación natural, aunque, como la arquitectura tradicional japonesa, sea allí una luz gastada. Estos espacios, mediante la iluminación artificial, se convierten en cajas de luz en el interior de la vivienda.
La radical sencillez de los espacios resultantes se obtiene mediante el cuidado diseño de sus elementos de mobiliario, pues ellos configuran toda la intervención, y mediante la atenta elección de los materiales.