Expolios 2

“Hay que seguir caminando. Hay que seguir escribiendo. Hay que seguir leyendo para que el mundo no se haga más pequeño”

David Grossman, escritor

Cuando, en octubre de 1911, un joven Le Corbusier visitó Villa Adriana después de viajar por Constantinopla, Pompeya y la Roma imperial en un viaje iniciático por la historia de la arquitectura que fue trascendental para su obra posterior, reproducía o continuaba una tradición romántica que, en su entorno cultural, iniciaron, medio siglo antes, poetas como Gérard de Nerval y Théophile Gautier.

Con esta referencia hemos iniciado el curso “Expolios”, con otro “viaje al oriente”, la Alhambra y su entorno, acompañados igualmente por la memoria de otros viajeros que, como Le Corbusier en Villa Adriana, encontraron allí inspiración o aprendizaje o confirmación de argumentos con los que tejer su pensamiento y su obra.

Expolios 2 es un desplazamiento, que, a la manera de lo que también se ha ido dando en otros campos como la literatura y el arte, va desde la “heroica” experiencia del viaje y su memorable o singular destino, a la cotidiana experiencia del paseo. La propuesta planteada en este curso, no es un modelo (o no sólo es un modelo) a seguir, sino una estrategia. Una estrategia de conocimiento, de aproximación, de contacto. Tras ella está una cierta idea de paisaje como base referencial de las decisiones y las propuestas arquitectónicas. Este paseo nos lleva a un fragmento de la vega de Granada inmediato a la ciudad y sus infraestructuras. Y, si en la Alhambra, entre los tres configuradores fundamentales del paisaje, los procesos geológicos, los productivos y los simbólicos, estos últimos, los simbólicos se habían decantado centrales, casi estructurantes, en la vega ese protagonismo recae en los procesos productivos, en el cultivo y su industria.

Buscamos, en esta deriva del viaje al paseo, del monumento casi vuelto esencia a las construcciones casi instrumentales, del “jardín que contiene el universo” al mero cultivo, del espacio protegido y el recinto al lugar acosado y abierto, una arquitectura que aprenda (a tomar forma) de los procesos: reconociéndolos, recreándolos imaginativa o artísticamente, para integrarse en ellos. Una estrategia diversa de la sustitución urbanística, que ni siquiera ha sabido “ocupar” la vega, que se ha limitado a suplantarla. Una atención cuidadosa que, como en el caso de los kintsugi, esas minuciosas reparaciones de la cerámica japonesa, convierta la herida en belleza.

El paseo por la vega, como ya lo fue el viaje a la Alhambra, es la posibilidad de seguir caminando, de seguir escribiendo y de seguir leyendo para que el mundo, como nos ha dicho Grossman, no se vuelva “más pequeño”. Y también, de trasladar el sentido de las palabras de otro escritor, Roberto Bolaño: “escribir, por otra parte, no es lo más importante. Lo más importante es leer”.

Expolios es el argumento utilizado este curso para leer, para aprender a pensar arquitectura. El pensamiento se construye con los materiales a nuestro alcance, a través de la imaginación (la capacidad de visualizar situaciones), la memoria (la huella emocional dejada por situaciones análogas vividas o conocidas), la atención y el deseo.

A veces lo percibimos como el resultado de una búsqueda y otras como un encuentro, una intuición, una suerte incluso. Pero este encuentro sólo es reconocible cuando se lo está buscando, o esperando.

Proyectar quizá sea tan solo pensar una transformación, por sutil que esta sea, para dar respuesta a una necesidad. Esta definición incluye una idea de paisaje y una idea de construcción. De un paisaje no regido por un criterio formal.

Para el pensamiento nos valemos de herramientas y de técnicas, ellas, las herramientas y las técnicas, no son necesariamente el pensamiento. (Cuando asumen este papel, el pensamiento se torna manierismo). De la observación y el estudio.

El lugar, en un sentido amplio, genérico y difuso, pero también en un sentido limitado, sensorial y fenomenológico, es uno de los “materiales a nuestro alcance” para el proyecto arquitectónico. El lugar entendido como paisaje pone de manifiesto los vínculos, los sistemas de relaciones, los procesos que subyacen en la forma.

El tema es un paisaje abstracto que busca configuración. (Cuando renuncia a esa busca se torna tópico, infértil; cuando la limita a situaciones análogas, en el mejor de los casos, investigación tipológica). Exige estudio y apropiación, análisis y empatía para ser también otro “material a nuestro alcance”.

La atención es el cuidado que nos lleva a conocer. Es el estudio y el uso del dibujo o la elaboración de maquetas, de modelos, como indagación.

El deseo es la voluntad de hacer, sin él nada se mueve.

Todo proyecto presenta una profunda dificultad, que en algunas situaciones y temas se pone con extremada nitidez de manifiesto. Andar, si se piensa bien, es realmente dificultoso.

Del baile entre el lugar (un paisaje más material, aunque cargado de otras connotaciones, por la memoria, la cultura, etc.) y el tema (paisaje conceptual, preñado de adherencias materiales, luces, atmósferas, escalas, etc.) esperamos la configuración, o, al menos, la validación o la aceptación de lo propuesto.

Si bajo el título “Expolios” el curso nos propuso una experiencia de aprendizaje arquitectónico sobre la Alhambra, mediante un “viaje personal” que se desarrollaba a través de tres ejercicios relacionados de diferente manera con este lugar y su arquitectura, en “Expolios 2”, se proponen dos ejercicios en los que “el paseo” es la estrategia planteada.

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