El cuerpo y el organismo (contra la estupidez)
“Se puede lo que se hace”
Miles Davis sobre John Coltrane
Todo lugar es más que la suma de los elementos que se han ido depositando en él.
En el año 1523 Hernán Ruiz el Viejo se hace cargo de las obras que, continuadas tras su muerte en 1571 por su hijo, introducirían una catedral renacentista en la Mezquita de Córdoba. Antes la Mezquita de Abderramán I se había ido configurando con sucesivas ampliaciones y transformaciones -Hisham I, Abderramán II, Abderramán III, Alhakén II, Almanzor-, y había incorporado una serie de capillas cristianas que la convertían en Catedral desde su conquista por Fernando III en 1236.
Cinco años más tarde, en 1528, cuando Pedro Machuca empieza el Palacio de Carlos V en la ciudad palatina de Alhambra, continúa una larga serie de operaciones de ampliaciones, transformaciones, acumulaciones e injertos -Muhammad I (Al-Ahmar), Muhammad II, Nasr, Ismail I, Yusuf I, Muhammad V, Muhammad VII, Yusuf III-.
Nada queda de esta actitud, de esta forma de proceder, cuando en 1576 se demuele la Mezquita Mayor de la Alhambra para levantar la Iglesia de Santa María de la Alhambra. Se pierde así la capacidad de relacionar cosas o ideas distintas, que, nos dice Alvaro Siza, es la capacidad de ver realmente.
Una fábrica de tejidos de lino, posteriormente azucarera y más tarde alcoholera, es el germen de lo que, tras acumulaciones y agregaciones sucesivas, configuraría Cetarsa en los márgenes del municipio de Granada, acuñada entre la Acequia Gorda y la carretera de Córdoba. El crecimiento y evolución de este organismo complejo fue guiado en cada momento por su adecuación al uso, por las condiciones del proceso productivo que soportaba.
En “Atmósferas”, Peter Zumthor intenta describir en nueve puntos (y tres apéndices) lo que le guía cuando intenta generar una atmósfera en una obra. Sobre el primer punto, “el cuerpo de la arquitectura”, dice:
La presencia material de las cosas propias de una obra de arquitectura, de la estructura. Estamos sentados aquí, en este granero, con esta fila de vigas que, a su vez, están recubiertas por esto y lo otro… Este tipo de cosas producen un efecto sensorial en mí. En ellas encuentro el primer y más grande secreto de la arquitecturas: reunir cosas y materiales del mundo para que, unidos, creen este espacio. Para mí se trata de algo así como una anatomía.”
Más allá del “cuerpo de la arquitectura” están las situaciones, los procesos en respuesta a los cuales, distintas intervenciones van configurando un organismo, algo distinto a la mera aliteración de construcciones y objetos. Algo que a veces se da como en la poesía, esa “prolongada vacilación entre el sonido y el sentido” (Valery), que no es tanto lo que dicen las palabras, sino lo que las palabras dicen entre sí.
Aproximarnos a un lugar para apreciar la cualidad sensorial y fenomenológica del cuerpo y el sentido funcional del órgano. Éste debería ser el preludio de cualquier proyecto.
La estupidez, la “torpeza notable en comprender las cosas”, parece guiar la transformación que, derivada de un concurso de ofertas económicas, se ha llevado a cabo en las instalaciones de Cetarsa entre 2008 y la actualidad. Nuestra defensa contra la estupidez es la atención, que es aplicación voluntaria del entendimiento, y demostración de respeto; y también es espera.
Nuestra forma de atención es hacer -“porque el arte pertenece a la inteligencia práctica, no a la especulativa” (David Jones)-. Hacer para conocer-levantar dos lugares, el que alcanzó a ser y el que existe realmente; y esperar, imaginar y avanzar un tercero, nuestra propuesta. Se trata de construir el deseo construyendo lo que hay. De saber qué hay que hacer conociendo lo que existe.
Dice Álvaro Siza que “los caminos no son claros”. Como todas las configuraciones expuestas han sido el resultado de procesos colaborativos, dirigidos por unas intenciones relativas al sentido del uso, al funcionamiento, a la producción, se propone trabajar en grupo y con un concreto objetivo: convertir el lugar en adecuado para la vida y el trabajo.
Se trata no sólo de analizar, de estudiar, se trata de elaborar un trabajo híbrido con el que intentar atrapar las esquivas visiones, reveladas y efímeras (Louise Bourgeois), y con el que ir reconociendo el propio argumento. Este trabajo preliminar consiste, por tanto, en la elaboración, gráfica y mediante modelos, de los tres lugares descritos: el que llegó a ser, el que es y el que se propone.
Se puede lo que se hace.